ERAS TU



ERAS TU

     "Sé que puede sonar como una de esas típicas historias del fondo de un callejón de mala muerte, viniendo de la mano del que lucha por no dejarse matar pero al final todo acabó de la misma forma que en las películas, una pistola humeante y otro que se derrumba. Este ni siquiera tenía cara de asombro, la que se le queda al que no espera ver a la muerte rondando. Este ya sabía que iba a morir, no necesitaba la extrema unción, en realidad, siempre sospechó que sus días acabarían así, al asalto de algo o de alguien y yo le dí la razón. Algunas de mis pocas amistades dejarían de serlo si supieran lo que acabo de hacer. Mi cara después de haberle matado no ha cambiado ni un ápice, el mismo mentón rígido, los mismos ojos apuntando al peligro, las manos alrededor de la pistola, la misma lluvia incesante que recorre el arma hacíendola sangrar pólvora. Ahí tendido no pareces gran cosa, tú que siempre te reías de todo y de todos, tú que lo sabías todo, tenías ojos en la nuca, ahora ya no eres nada, un cadaver sin siquiera una mueca en la cara. Nadie te echará de menos.

     De repente, siento una mano detras de la espalda. La lluvia incesante no puede enmascarar tu olor ni la luz fantasmagórica que desprendes, eres todo lo que ilumina un plano extraño, imagínate, un montón de nubes revoloteando alrededor y de repente un fulgor sin orden ni concierto, pulvurulento, del tipo de rayo tan fino que podría atravesar cada poro de tu cuerpo, sin sentido ninguno, alguien como tú sólo podría devorarme por agotamiento y te quedas detrás de mí, suspendida, a medio camino entre la vida y la muerte porque ese es el lugar donde habitas, planeando por momentos, con tus ojos, húmedos de tantas lágrimas que no consigues derramar. No dices nada, ninguna palabra, si no fuera por el tacto, mis sentidos me dirían que no estás. El más común de ellos me dice que huya pero no puedo simplemente tu mano invisible se extiende y me envuelve. Acabo de matar a un hombre pero no siento nada, tan solo, mi visión se nubla y una nube de lo que antes era tu esencia, lo que yo llamo a tu imagen cuando se me escapa, me rodea en círculos, no siento nada, estoy más muerto aún de lo que pensaba.

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     La luz que envuelve todo es la que me despierta, como un diablillo jugando al final de donde alcanza la vista y estoy tendido en la cama, todo es blanco, tanto que podría comérmelo por error pensando que aquel día mi desayuno es del color de la nata, como cuando ese hombre se comió por error la taza y el plato pensando que en su boca serían tiernos y le darían la razón. De repente me doy cuenta, sigo siendo sordo, no siento nada, no hay una vibracion que se acerque a mi ventana, un sonido que pertenezca a alguien, un eco que se haya cansado de vagabundear y quiera tomarse un café conmigo. Así que me levanto y me doy cuenta de que yo también voy de blanco lo cual me deja sorprendido y busco por entre todos los pliegues para ver si encuentro algún rastro del negro que he visto en ocasiones anteriores no recuerdo dónde, pero no hay rastro, mi traje se contorsiona como si quisiera esconder algo. De todas formas, aún a pesar de la generosidad del Dios de mis sueños, acabo encontrándome en la calle con las mismas ropas con las que iría a visitar a un amigo en un bar porque esa es en realidad la finalidad última de mi mente, incluso soñando despierto. Y deambulo, sin rumbo ni ritmo, sin tiempo que lo encuadre todo, en realidad, no tengo muy claro que todo haya transcurrido, no había nadie en ninguno de los edificios, ni en las habitaciones de amantes, ni siquiera en las aceras, llegué a creer que el único ser realmente vivo era el brillo. Me encamino entre las casas, con ventanas limpias y transparentes, algunas de ellas tienen un hueco abierto y visillos ondeando al viento, otras en el mejor de los casos guardan el recuerdo de la última persona que se sentó a esperar o la que vió algo que le devolviera la conciencia.

     Y en medio de aquella vorágine de silencio tuve que pararme y descansar. No había sufrido nunca esta dolencia, la que te digo, pero el lenguaje y los síntomas eran inequívocos, se me había inflamado el ser. Y era tan raro!!, todo yo había trascendido, era como si hasta la parte más intima de mí avanzara inexorablemente por el espacio que me precedía, palpitando como un gigantesco yo, llenando y vaciándolo todo. Tenía la certeza de ser la única persona viva en aquella imagen y, sin embargo, todo a mi alrededor, de una forma u otra se movía, siendo lo más importante que no sentía miedo, en realidad el movimiento, el tremendo contoneo sin final de lo minúsculo, era lo que me daba sentido. Todo comenzaba a cerrarse como los brazos de una madre alrededor de un hijo o como los labios de un amante en piel ajena y podías escuchar de fondo la tremenda y lenta sinfonía de la fascinación, el redondel de la fantasía se iba apagando poco a poco, poco a poco, hasta que lo único que quedó fue la firma de mis sueños, el ardor de la ventana que abro todas las noches y que nunca está del todo cerrada. En fin, me sentí como cuando una canción que te visita sin haberlo pedido se va esfumando, una que te habla de los momentos de reencuentro, de los largos momentos de dicha en los que podría memorizar hasta los poros de la cara de tus semejantes, un efecto de rebote se iba adueñando de mis sesos y el sueño terminó por acabarse.

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    -"Bueno, casi hemos llegado hasta el final de la sesión, en este último paso queremos que nos digáis a quién admirais y por qué, ah y además queremos que intentéis convencer a los demás de vuestra elección. Así que empezaremos por este lado de la mesa, a ver por favor puede usted decirnos a quién admira".

     El candidato carraspea. Es un hombre de unos 45 años, bien vestido, con un reloj vistoso en la muñeca y de maneras muy educadas. Se limpia la garganta antes de hablar y entonces comienza su intervención:
-"Yo siempre he admirado a gente emprendedora, que corre riesgos para intentar conseguir aquello que más quiere en esta vida, si tuviera que elegir a alguien yo elegiría a Edison, una persona tenaz donde las haya, estuvo intentando encontrar la manera de fabricar una bombilla durante muchisimo tiempo e hizo un montón de intentos fallidos hasta que encontró una manera de hacerla. Cuando le preguntaron por los numerosos fracasos que sufrió a la hora de inventar la bombilla, bromeó diciendo que lo que había encontrado era 1000 maneras de no fabricarla.....y ese es mi ídolo", dijo mientras daba por concluida su exposición con un gesto de la mano y la mirada.

     A continuación, la proxima persona, un hombre joven de unos 25 años con los brazos extendidos sobre la mesa, ocupando un amplio espacio, con las manos entrecruzadas, da una impresión de total confianza y habla con una seguridad inusitada. Entre frase y frase descansa para tomar aire:
-"Yo creo que mi persona a admirar sería Shackleton. Shackleton fue un explorador polar, era de origen irlandés y en una de sus expediciones se quedó atrapado en el polo, en vez de perder completamente la cabeza, consiguió sobreponerse completamente a las circunstancias y no dejo de creer nunca en la posibilidad de sacar a sus hombres de aquella situación. Consiguió a base de trabajar la idea de grupo que todos colaboraran entre sí y al final salvó a sus hombres de una muerte bastante cierta", añadió y después dejó al silencio hacer su trabajo. La mayoría de la gente, entre ellos yo, quedó bastante impresionada con el discurso de aquel hombre.

     Al final me llega el turno a mí y sinceramente no sé que decir, no me lo he preparado así que hago lo que comúnmente cuando no sé qué decir, empiezo a hablar y perderme en pausas, variar la velocidad de lo que digo. Terminado el vaivén mental, comprendo lo que quiero decir y comienzo a aumentar la velocidad del habla, nunca se me dio bien hablar en público por mucho que mi ego insista en indicarme lo contrario.
"En realidad, si tengo que decir la verdad, no puedo responder a esta pregunta de forma exacta, no admiro a una sola persona en particular, siempre me han gustado rasgos de personas con las que me he relacionado a lo largo del tiempo: la afabilidad y la humanidad de mi abuelo Antonio, el realismo y la positividad de Rafa, la inteligencia de mi amigo Calvo, la espontaneidad de mi amigo Ruben y podría enumerar muchisimas personas más que me han aportado cosas distintas y de gran valor pero, al fin y al cabo, sólo son personas, están destinadas a equivocarse, yo estoy destinado a equivocarme, es algo que no se puede evitar sobre todo si eres humano, tarde o temprano acabamos cayendo en las mismas faltas, los mismos errores, sucumbiendo a las mismas tentaciones y no hacemos nada al respecto porque somos humanos. Sin embargo, tengo que decir que aunque nunca lo había pensado antes, hay muchas cosas que vistas desde fuera de mí mismo y en perspectiva me han hecho darme cuenta de que yo también tengo cosas que admirar de mi mismo, mi preocupación por intentar hacer las cosas lo mejor posible, mi bondad, generosidad, capacidad para intentar comprenderme a mí mismo, sensibilidad, conexión con mi interior, intento permanente por dar amor, preocupación casi genética por comprender que hay que recibir amor, yo resumiría todo en que en una situación en la que tengo miedo, siempre hay una frase que me viene a los labios: no he de sentir miedo ni avengorzarme en presencia de otros porque no intento hacerle ningún mal a nadie y doy y recibo amor. Por todo esto es por lo que pienso que si tuviera que admirar a alguien sería a mí mismo".

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     La cara que se te queda después de tres ensoñaciones distintas es de no comprender nada. Una cara más bien plana, que no dice nada, te quedas mirando al infinito como si fueras a encontrar algún tipo de explicación a lo que se te pasa por la cabeza, allí. Y cuando descubres a alguien vagamente familiar sentado enfrente de tí, la cosa pasa a ser todavía más extraña. Esta persona es una mezcla de algo que conozco y la conciencia absoluta de que es la primera vez que lo veo en mi vida, podría ser hasta Dios que ha venido a visitarte porque estaba aburrido en el cielo pero sonríe y me mira con unos ojos que arrojan contención e inteligencia, desgraciadamente no está dispuesto a decir una sola palabra. La cuestión es que en vista de que yo no comprendo lo que me ocurre, lo que pienso, entonces opto por preguntárselo a él.

     -Andrés: "Me estoy volviendo loco, tuve tres sueños seguidos, en todos estaba yo pero en uno era un pusilánime, en otro era iluminado, casi sin peso y en el último reflexivo e incluso diría que derrotado pero feliz. Sin embargo, me parecían como personas extrañas que se hubieran puesto una máscara con mi cara, tres personas llenando el vacío de una situación, ¿tú sabes quienes eran?".

     -Dios: "Eras tú".

     FIN

     PD: Hay situaciones de la vida que pueden hacernos pensar que ya no somos nosotros mismos nunca más pero la realidad es que nuestras esencia siempre pervive. Hagamos un ejercicio de autoaceptación en esto.


 
      

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