ESCUELA DE ESCRITORES - EJERCICIO NO. 12 - LA INTERVENCIÓN



LA INTERVENCIÓN






Fue precisamente cuando los salvajes (que luego dieron en llamarse a si mismos los benefactores) que habían robado, destrozado y humillado aquella sensación de bienestar que nos producía a todos nuestra vida contemplativa, tan sumamente monótona y basada tan sólo en los estándares de una sociedad que convertía aquello que se repetía de forma diaria en lo que debería ser mantenido, sin ni siquiera pararse a contemplar las bondades de lo digamos… excéntrico el momento en el que Lou entendió que había llegado la ocasión que había esperado durante tanto tiempo y ahora ésta se desplegaba ante sus ojos, mostrándole las infinitas posibilidades de un posible plan de actuación que podría incluir, entre otras actividades, las propias de un espía que se hubiera infiltrado tras las líneas de estos usurpadores de todo lo sacrosanto y mesías de una falsa fé basada en las promesas, vacías, de que todos podían llegar a mediar ante su propio Dios y no sólo eso, sino que también estaban capacitados para definir la realidad de la manera que más les conveniese, siempre y cuando respetaran (sin llegar a violar ninguna otra regla) la indivisible fraternidad también pregonada por los nuevos padres y no era ésta, una faceta que fuera baladí pues se hallaba en el fondo, en el corazón de la imagen que estas personas, estos supuestos benefactores, tenían de cara a la sociedad, cosa que no todo el mundo se tragaba y era una suerte que Lou – que en pleno siglo XXI, era de la información y de otras facilidades tecnológicas como Internet, los teléfonos móviles y los sistemas de posicionamiento global que no hacían más que generar sobreinformación se plantease en su modesto cubículo, que frecuentemente olía a pollo y a cerveza (y no precisamente por la receta que incluía ambos), la sutil cuestión de que los ánimos estaban empezando a desbocarse, sobre todo, teniendo en cuenta la oleada de robos, asesinatos y demás crímenes sólo imaginados posiblemente por el libre albedrío de las mentes de los seguidores que, cada vez más, estaban creciendo y dejando sin resuello a los agentes del orden que le habían pedido (en virtud del estado de bienestar (y no del de decadencia), una ayuda que al principio Lou no quería dar ,pues nadie se preocupó por cómo se encontraba cuando pasó lo de la suspensión injusta, ya que le hicieron una encerrona digna de una película de suspense de las que tanto le gustaban y que devoraba asiduamente en su cuchitril de olores poco menos que respetables pero que a su vez, habían sido reciente y paulatinamente sustituidas por las de Indiana Jones porque en el fondo, el héroe de esta historia lo único que quería era vivir aventuras aunque no necesariamente tenía que ser perseguido por una bola de piedra gigante ni tampoco por qué ser instigado por un tipo que intentase robarle el corazón (y no en el sentido platónico) mediante la imposición de una mano en el pecho mientras gritaba una palabra que no comprendía para después darse la vuelta y ni siquiera decir gracias por el órgano que acababa de donar pero aún así el nivel de peligro que esto entrañaba era algo a lo que estaba dispuesto a enfrentarse por el bien de la humanidad porque en ello estaba en aquella noche en la que el destino y el rumbo a tomar por la sociedad fueron establecidos sobre la base del estudio que aquellos rufianes, a base de hablar con la gente, de medir sus reacciones y estudiar las posibles direcciones que toda aquella situación podría tomar, evaluando desde simples disturbios hasta las posibles guerras pasando por revoluciones y por supuesto, los conflictos que podrían ocurrir entre las distintas partes del planeta, dividido éste entre las zonas de partidarios y detractores, empleando para ello la seductora arma de su locura, sin plantearse al menos si lo que iban a hacer estaba bien o mal o si por el contrario era un suceso que escapaba de sus manos con lo que no podrían juzgar la situación y la dejarían irse de la misma forma que había venido pues en ocasiones pasaba que no se podía entender el alcance de lo que uno se traía entre manos como pensaba Lou mientras conducía un vehículo no identificado (pues no llevaba ningún tipo de distintivo) pero completamente útil pues debido a su pequeño tamaño podía ser maniobrado fácilmente y además, ofrecía la ventaja de no llamar mucho la atención, amén de servir para remolcar cuántas víctimas pudiera generar en aquella situación de caos con la secreta intención de, una vez escondida la siniestra mercancía, emplear el suero de control mental que su propio gobierno le había facilitado para poder contar con más efectivos conforme iba acabando con aquella forma de lavado mental que los benefactores habían llevado a cabo sobre ciudades enteras, hecho que respondía a la distribución al azar de los representantes del nuevo orden como también lo era la de los convertidos (mediante suero mental) que poco a poco fueron sumándose y acabaron por completo con todo el tinglado que los nuevos padres habían inventado, a la vez que comprendieron que por mucho que aquel muchacho de modales un poco inexistentes y una desaforada ansia de aventura, que los había salvado, no estaría detrás de ellos eternamente y por eso, una vez consumada aquella contrarrevolución, para no olvidar lo que aconteció en aquel fatídico periodo de la historia, decidieron llamar al episodio con el nombre de “la intervención”.

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