ESCUELA DE ESCRITORES - EJERCICIO NO. 11 - AL ESTILO DE QUENEAU
Ejercicios al estilo de Queneau
LA
CARTA (TEXTO ORIGINAL)
El Dr. García, un hombre de mediana edad, con barba y
bata blancas, está sentado al lado del paciente con un reloj de
cadena , colgando de su mano a modo de péndulo.
-Está bien, Juan.
Estamos en su casa, el día 10 de Octubre de 1976. Es el día en el
que vio por primera vez a la sombra. ¿Podría usted describirme lo
que ve?- pregunta al hipnotizado.
Juan
comienza su relato.
-Tal
y como el psiquiatra dijo en su carta. Ahí está él, al otro lado
del pasillo. La sombra. rodeada por la penumbra. Desapareciendo en
los fogonazos de la tormenta. El olor a azufre se desliza por el
corredor mientras veo cómo la puerta del fondo se entreabre para
dejarle pasar y se cierra tras él. Parece que mi visitante quiere
que le siga.
“El
paciente sufre esquizofrenia aguda”, dice la frase de la carta,
marcada en negro. Antes de seguirlo, voy a mi habitación, cojo el
móvil y busco la última edición del ritual del exorcismo católico.
Está íntegro. El teléfono apenas tiene carga y emite dos pitidos.
Salgo. Atravieso el pasillo y agarro el pomo. Abro la puerta
lentamente y sólo hay oscuridad. Le doy a la luz y todo parece
normal. La apago y ahí está nuevamente, erguido en una esquina. Sus
ojos amarillos se clavan en los míos. Saco el teléfono y comienzo a
recitar. Al oír mis palabras, su boca comienza, poco a poco, a
ensancharse hasta mostrar unos dientes blancos y afilados. Me dedica
su sonrisa cruel. Ruge. Las letras de los versos del móvil comienzan
a destilar sangre y se hacen borrosas. En ese momento, el rugido
desaparece y el móvil hace tres pitidos como en el final de un
partido. Se apaga. Nos quedamos solos. Él, la penumbra y yo. La
carta del médico no dice cómo proceder en estos momentos. ¿Qué
hacen en las películas?. No tengo tiempo de recordar. La gran mancha
se abalanza sobre mí. Siento su presión. Multitud de voces me
susurran. Me piden que vaya con ellas. Sé que mienten pero las
escucho y entre todas distingo la que me está diciendo su nombre:
Adad. Lo enuncia sin parar. Mientras la voz sigue repitiendo el
nombre, miriadas de insectos se meten por debajo de la ropa,
recorriendo mi cuerpo. Su gran lengua me lame la cara y después
vuelve a la boca que se cierra como si de la de un tiburón se
tratase. No tengo fuerzas. Me voy lentamente. La voz va apagando su
retahila. Todo está perdido.
No.
No todo está perdido. El móvil se enciende. La voz, lastimera
antes, eleva el tono. ¡Adad!. La prisión que me retiene, se levanta
y los insectos se dispersan. Él se retuerce, entre jadeos y gemidos,
abriendo su enorme boca. Comienza a desgarrar su propia carne con sus
garras. Me incorporo y repito su nombre una y otra vez, Adad, Adad,
Adad, hasta arrinconar a la bestia en la misma esquina de la que
salió. Se arrastra. Se consume. Entonces, grito. ¡¡¡DESAPARECE!!!.
Abro los ojos. Ni rastro de la criatura. El sol luce
fuera. El teléfono móvil está en el mismo lugar donde siempre, en
mi bolsillo. Lo agarro y veo que la batería está completamente
cargada. Es mejor que busque la medicación que el doctor me recetó.
Me va a hacer falta. Mejor me ducho y salgo para la farmacia. Me
desvisto y entro en el aseo. Giro el grifo y por el rabillo del ojo,
veo la carta que el doctor me envío. El agua cae sobre mi mano y
siento el paso de fría a caliente mientras miro la carta
hipnotizado. Me pierdo en mi mente y ésta me dice que algo no va
bien. Mis ojos se enfocan. Mi cuerpo es recorrido por escalofríos
cuando descubro que en el campo de destinatario figura el nombre de
otra persona. Por el rabillo del ojo, veo en el espejo que la sombra
está detrás de mí.
PASOTA
-Que
heavy…
Pero ¿qué te pasó en la choza?- pregunta su compañero.
-¿En
la choza?… ostia tío… un susto que te cagas. Resulta que otro
bata blanca me mandó una carta pa decirme que estoy pirao, no sé
qué de esquizofrenia y justo cuando voy a salir del cuarto… hago
chas (dando una palmada) y aparezco a tu lado… y veo una sombra. Va
y se mete en el desván y yo me digo "te va a seguir Rita la
cantaora" pero como por lo visto estoy loco, pensé que era to
mentira. Total que cojo el móvil y digo "ya puestos, me bajo el
libro ese pa hacer exorcismos que dijo un nota el otro día en la
radio". Lo meto en el móvil y me voy pa la habitación. Le doy
a la luz y nada. La apago y lo veo en el córner. Illo, que cague.
Saco el móvil y digo "ea, pues vamos a empezar". Me pongo
a recitar.como si fuera un cura, fíjate tú, yo cura. Estoy ahí
dale que te pego y aquello se pone a gritar como si le estuvieran
arrancando los pelos uno a uno. Entonces se va todo a la mierda- se
interrumpe bruscamente y pide otro botellín de cerveza.
-Comorrrrr…
¿Qué pasó?. No te pares ahí que me da un algo- dice su colega.
-Pues…
pasó que se me apagó el móvil- respondiéndole.
-¡No
me digas!. Bueno y ¿qué hiciste?-.
-Pues
cagarme
de miedo, colega. ¿Qué iba a hacer?. De repente, me veo esa cosa
encima y yo asfixiao. A todo esto, se me cae el móvil y aquella
cosa… se conoce que saca la lengua y me da un lametón. ¡Qué asco
tío!. Después, yo no sé cómo ni de dónde el móvil se conecta
solo y sigue diciendo el exorcismo por su cuenta....un pifostio,
vamos. Entonces, la sombra o lo que sea, se empieza a descuajaringar
y explota- para y toma un buche de la botella. (Sigue)-… Como tú
comprenderás, cuando veo todo eso digo "este hippie se va a la
farmacia ahora mismo" y me desnudo para meterme en la ducha pero
me da por mirar la carta y ¿sabes lo que veo?…- da otro tiento a
la bebida.
-¿El
que?- dice su compañero esperando ávido la continuación.
-Que
la carta no iba dirigida a mi- hace un inciso mientras su compañero
se queda petrificado con su boca formando una o. (Sigue) -… Y ahí
sí que me cagué del todo. Pa colmo miro al espejo y me veo a la
sombra detrás- dice y se termina el botellín de un solo trago
mientras le tiembla la mano.
TÉCNICO
El
Licenciado en medicina, Dr. García González, a las 5:30pm
(horario peninsular) del 11 de octubre de 1976, procedió a comenzar
la sesión de hipnoterapia, valiéndose para ello del empleo de un
reloj del tipo de cadena, marca Woodford Modelo 1020 que utilizó
como péndulo para facilitar mi ingreso en la fase onírica de dicha
sesión. Según lo registrado por su grabadora Revox B77 procedí a
relatar lo acontecido de esta forma:
“Tal
y como el psiquiatra advirtió, estoy sufriendo un episodio de
alucinación debido a la etapa psicótica florida de mi esquizofrenia
paranoide en la que me hallo. Estoy viendo una sombra en mi morada
que subrepticiamente se introduce en el sotabanco con el fin de ser
seguida. Ipso facto y para combatir este ente, me dispongo a
descargar el capítulo número 12 del ritual católico romano del
exorcismo, tarea que realizó satisfactoriamente. Tras evaluar la
situación desde el prisma del desorden psíquico diagnosticado
anteriormente, procedo a entrar en la pieza, encontrando a dicho ser
en una de las esquinas tras accionar el interruptor de apagado de la
luz. La sombra se dirige hacia mí en actitud agresiva por lo que
procedo a leer los salmos del documento citado arriba, hecho que es
seguido por alaridos e imprecaciones de dicha entidad. En este orden
de cosas, el receptor telefónico se apaga debido a un fallo en el
suministro energético quedando la criatura liberada del yugo
impuesto por mi alocución. Ésta ejerce entonces una presión sobre
mí de tal modo y manera que me hallo en situación de principio de
asfixia. Sin embargo, como continuación a mi fase alucinatoria, el
terminal móvil comienza a reproducir de forma autómata el texto
perteneciente al libro antes mencionado provocando de esta forma la
defunción de la sustancia atacante. Una vez cesado el episodio de
violencia, tras comprobar la necesidad del suministro de medicinas
aconsejadas por el psiquiatra, me deshago de mis prendas para
asearme. En ese preciso instante cuando me hallo sumido en la
comprobación de la temperatura del baño, leo con detenimiento la
misiva recibida en la que se apunta el diagnóstico de esquizofrenia
paranoide y compruebo para mi estupefacción que la epístola está
dirigida a otro destinatario. Tras esta sorprendente revelación,
observo en el espejo de dicho aseo la presencia de la sombra tras mi
persona".
AGRESIVO
-Sí,
estoy detrás de tu doctor pero él no puede verme… sólo tú. Soy
la sombra que se te apareció en tu casa. Lo sabes. Ahora lo sabes.
Los fantasmas y los demonios como yo, existimos. (Gruñendo) ¿Por
qué no le cuentas al médico lo que viste?. No, espera. Mejor se lo
cuento yo. Hace un hueco en tu cuerpo y hablaré por ti. No te
preocupes, no te dolerá, tan sólo te cambiará un poco la voz- dice
mientras se introduce por la nariz del paciente .
“Querido
doctor, esto fue lo que ocurrió:
Llego
a la casa buscando un alma para complacer a mi maestro y veo que
aparece mi querido Juan, tan absorto, tan calentito en su vida mortal
así que decido arrastrarlo al desván donde no pueda escaparse.
Cierro la puerta tras de mí y me paso la lengua, viperina, alrededor
de los dientes sangrientos mientras espero que aparezca. De repente,
todo se llena de claridad. Reluciente, insignificante y caliente
insecto, te aplastaré, haré crujir tu cuello mientras imploras que
te deje vivir, que te lleve conmigo. Apaga la luz. ¿Qué hace?. Saca
algo de su bolsillo y se pone a… ¡mi señor, no permitas esto!,
¡me quema!, ¡me está intentando expulsar!, aaaaaahhhhh (gime
prolongadamente). ¿Qué pasó?. Paró. La cosa se apaga. Soy libre
otra vez. Ja, ja, ja, ja, comenzaré por probar tu cara con mi
lengua. Si, eso es, no intentes moverte o tu espalda lo sentirá, no
puedes nada contra mi poder. Pobre incauto, creías que unos versitos
podrían acabar conmigo. Si, échate a dormir, ya no te levantarás
más nunca. Ven con nos. Somos legión.
¿Qué
es eso?. Oh, no, ha vuelto. (Retorciéndose) No se calla, repite mi
nombre hasta la saciedad. Me obliga a volver pero... no puedo hacerlo
sin un alma. El maestro odia las manos vacías. Ahora mi víctima
también grita mi nombre. No puedo, me desmorono, aaaarrrgggghhhh
(comienza a arrancarse trozos de sombra). No, al abismo noooooo.
Me
da tiempo a esconderme en la electricidad, en mi eléctrica compañera
que reconoce a su Dios. Poco a poco, me acerco al calor, a la única
fuente. Él está preparándose para ducharse. Será tu último baño,
te lo prometo. ¿Qué miras en esa carta?.Aaaaahhhh, ahora
comprendes. No soy una alucinacion. No tienes escapatoria, no puedes
huir de mí. Por cierto… Mira al espejo un momento”.
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