DESBLOQUEA TU ESCRITURA - EJERCICIO NO. 6 - EL INVENTO
Desbloquea tu escritura
Ejercicio
no. 6
Escuela
de escritores
Andrés
Jesús Mena Gallego
EL
INVENTO
--¿Tiene
usted toda la documentación?-- preguntó el empleado.
--Sí.
Aquí puede ver el dossier en el que he incluido todos los ensayos
necesarios para la certificación del producto-- respondió el
inventor.
En
1901, el farmacéutico Christian W. Meinecke acudió a la oficina de
patentes con aquella sensación en su estómago que le indicaba que
estba a punto de hacer algo grande. Iba preparado para ello. Bajo su
brazo llevaba un fardo enorme de papeles, la mayoría de ellos
dirigidos a validar la calidad y el rango de cualidades del nuevo
aparato. Para este menester, había realizado tests de succión, de
deformación, de tracción, de tensión e incluso de resistencia. Fue
pasándoselos al oficinista, uno tras otro.
El
primer estudio que describió fue el de succión. El más importante.
El dispositivo en sí permitía el estiramiento y la flexibilidad
necesarias para no producir ningún malestar durante su uso. El
funcionario preguntó a su creador cómo había diseñado el testeo
pertinente pues no era uno muy común, a lo cual el opositor
respondió que se había probado en una población estadísticamente
viable y con intervención directa es decir, lo habían probado in
situ y los resultados no tenían contestación. El burócrata asintió
y prosiguió con la encuesta.
En
cuanto a la deformación, no existían dudas acerca de la capacidad
de la goma para amoldarse a cualquier forma. De todos modos, el
creador explicó a su interlocutor cómo había ideado un sistema por
el cual se ejercía presión sobre el objeto con un martillo
neumático en posición fija. El hombre de las carpetas abrió la
correspondiente y mostró a su compañero todas las fotografías
tomadas antes y después de oprimir los especímenes. El rendimiento
era también magnífico. El de la oficina asintió y prosiguió con
los requerimientos.
Para
los resultados de tracción y según explicó el interesado, se
realizaron los ensayos a la misma vez que los de succión con final
satisfactorio, a tenor de que ninguno de los objetos de estudio
sufrió ningún tipo de deterioro. Para poder demostrar este punto se
facilitaron, debidamente catalogadas, todas las muestras empleadas en
la realización de tal evento. La satisfacción del cliente estuvo
más que garantizada. El administrativo asintió y prosiguió con el
último informe.
Las
dos últimas pruebas fueron las más complicadas por la dificultad
para mimetizar los ambientes de trabajo del producto. Se decidió que
la tensión sería obtenida por arrancamiento y la resistencia, a
través de métodos químicos, para lo cual tuvo que reproducirse el
medio interactivo en el que situar los objetos de estudio. Los
valores de estiramiento alcanzados no dejaban lugar a dudas: el
aparato podía soportar hasta tres o cuatro veces más el esfuerzo
promedio realizado por un humano. La resistencia ofrecía índices
muy satisfactorios también. El científico mostró al inquisidor las
imágenes obtenidas después del proceso de inmersión que
transcurrió durante seis meses. Los artefactos estaban en perfectas
condiciones y, a todas luces, preparados para su certificación. El
numerario asintió por última vez.
Una
vez recogidas las evidencias suministradas, el jefe de la oficina de
patentes preguntó al licenciado cuál sería la descripción a
añadir en el registro. El hombre que, a la postre, sería idolatrado
por multitudes y elevado a los altares de la genialidad por sus
consumidores, se apoyó en la ventanilla y recapacitó durante unos
segundos.
--Un
nuevo y original diseño de un consolador de bebés. Sí, eso es--
dijo de una sola vez.
--¿Y
su nombre comercial?-- preguntó su interlocutor.
--
Lo llamaré chupete-- respondió.
Comentarios
Publicar un comentario