Los monstruos
LOS MONSTRUOS
"El hombre es un lobo para el hombre". Asinaria, Plauto
Hay un ciclo en mi cabeza. Comienza en el momento que presiento la sombra a la vuelta de la esquina. La miro. Es como el niño que juega al bote, en pleno día y se oculta para pegar la patada mientras no lo ven. Se escabulle y ¡zas! Hace acto de presencia. El terrorífico festival llega.
Como cada año y aunque no lo quiera, esa mente que no descansa, me demanda su ración de películas de horror. Drácula, hombres lobo, zombies, todo ellos desfilan por la pantalla del televisor, incluido el diablo que se esconde tras los pequeños detalles. Pero ¿qué es un monstruo? Y sobre todo, ¿por qué nos dan tanto miedo?
Al principio, pensé en lo evidente: las garras, colmillos, pelo y deformidades varias que vemos en cada una de sus historias (los que la tengan). Por ejemplo, Drácula en el comic clásico de los 70, dibujado por Gene Colan, se quita de enmedio lo que le molesta a base de mordiscos (previsible) pero también con zarpazos que harían tambalearse al campeón de los pesos pesados.
Ni que decir tiene los licántropos hacen lo propio (véase Werewolf by night) y no olvidemos que pasa si te muerde uno (pa echarse a temblar). Y ahi está la madre del cordero. Fue mi psicólogo, quien iluminó la cuestión.
Si nos fijamos, los seres descritos en el párrafo anterior y espíritus con mala leche (mirad a Batsheba en expediente Warren) muerden y en el proceso, transcienden más allá de lo visible.
Pero, al otro lado de ese umbral, ¿qué hay? En palabras del terapeuta, "la capacidad de crear otros monstruos". Esa es la clave. Mordisquean ad nauseam e intercambian el fluido vital de interés. Agreden a la víctima, no por su brutalidad (que tambien) ni por el acojone que infunden sino porque le condenan al ansia, la indignidad, al odio que levantan y terminan los convertidos por extender la maldición, del mismo modo. A dentellada limpia. Para mas inri, en desarrollar este plan, les distinguimos con aquella dimensión que nos separaba aún de ellos, la humana. Por unos segundos, nos reflejamos en la caja tonta.
Conocemos gente que responde a la descripción. Nosotros mismos, el que escribe, sufre un proceso de corrupción en cuerpo y alma desde que nació. Soy consciente. Hago lo que puedo por restringir los síntomas solo a lo físico, que me crezcan las uñas y el pelo no me abandone. No crear más monstruos de los que ya hay para que mi psicoterapeuta esté contento. Aún así, la trascendencia de mis temores me demandan lo contrario. Y ahi no queda la cosa.
En cuanto me despisto, oigo las pisadas del niño, otra vez, tras la esquina. La sombra que no descansa.
Aterrador
Momentos musicales:
https://youtu.be/xFVoPWCBeiw
Comentarios
Publicar un comentario