CALVO DIJO, ANDRES DIJO
CALVO
DIJO, ANDRÉS
DIJO
Me
presentaré.
Mi nombre es Andrés Jesús Mena Gallego y el que esto suscribe tiene
algo de experiencia en vivir en el extranjero. Hasta la fecha y desde
dos mil ocho (con un breve paréntesis en Francia 2002-03) ya he
vivido en cuatro países diferentes (Francia, Irlanda, España y
Reino Unido).
Mi contertulio, Calvo, también es una persona que ha tenido
multiples experiencias en el extranjero, residiendo en Polonia (en
dos ocasiones distintas) y Reino Unido. En estos, ambos casos, la
visión que se tenía en cuanto a la política hispana giraba en
torno a temas digamos...más sociales como por ejemplo, el matrimonio
entre personas del mismo sexo.
En relación a mi experiencia en el Reino Unido, uno de los
interrogantes que surgió en nuestra discusión fue la de las
inquietudes de los ingleses (y otros colectivos) en relación a la
situación política de España. A este respecto, mi respuesta fue en
el sentido de la ausencia de preguntas por parte de los naturales de
este país, en realidad, esta cuestión no suelen plantearla más que
otros inmigrantes provenientes de un contexto y situación similar a
la española, léase “griegos, portugueses, italianos”. En mi
opinión, en las discusiones mantenidas, la curiosidad histórica de
los ingleses se impone sobre la que puede tenerse sobre la tendencia
actual y en los contados casos en los que me han preguntado, ha sido
más orientado a saber qué partido es el que gobierna, si es de
izquierdas o de derechas y cuáles son las distintas alternativas que
hay, si existe un reparto del voto o si hay uno (o varios) partidos
mayoritarios. A esta altura, mi interlocutor apuntó acertadamente
que veía un desconocimiento amplio en las personas que realizaban
este tipo de cuestiones. Debo decir, que por norma general, lo que he
encontrado es una cierta carencia de cultura política, sobre todo,
orientada hacia el exterior y en particular, de España. De hecho, si
quieres tener una sección detallada (“decente”) que hable de
política mundial debes acceder a los tres diarios de mayor tirada
(The times, The guardian y The independent) o en caso contrario, se
corre el riesgo de encontrar prensa, por la mayor parte de su
contenido, sensacionalista, incluso llegando al punto de haber
manifestaciones públicas en contra de esta circunstancia (“no
leáis The sun”). Creo sinceramente que este tipo de prensa es
demasiado populista, por término medio, hablando (y manipulando
información) acerca de temas como la inmigración (ej. Daily
telegraph y su “petición/encuesta” nacional en relación a este
tema).
Este dato sorprendió a mi amigo ya que en España, por regla
general, esa prensa, la sensacionalista, no tiene cabida, no llegando
ni siquiera a intentarse su introducción. En España hay una serie
de medios (impresos) de gran tirada (El país, El mundo, ABC, La
razón) y después podemos encontrar otros de ámbito regional (El
heraldo, La vanguardia, El comercio), como bien indicó mi compañero.
No se cumple pues el estereotipo que podemos tener del pueblo
británico: una cultura política y democrática sólida, estando
instruidos y actualizados acerca de lo que pasa a su alrededor. Por
supuesto, un porcentaje de la población es así pero un amplio
sector no está frecuentemente informado acerca de este tipo de
temas, es decir, “están en la inopia”. Ante esto añadí la
disposición típica de un tabloide inglés donde encontramos, sobre
todo, noticias de sucesos, de estrellas de cine y televisión
(famoseo), sus páginas (al final) de deportes, el horóscopo,
pasatiempos, pronóstico del tiempo y noticias económicas.
Desgraciadamente, las páginas de política sólo ocupan una o dos
carillas y la mayor parte de las ocasiones, están centradas en
asuntos interiores, siendo las noticias de exterior bastante escasas.
Si existe, sin embargo, un debate nacional sobre la distribución de
la riqueza, en concreto, de forma histórica ha habido siempre mucha
controversia acerca de figuras como Margaret Thatcher, ensalzada por
conservadores y odiada por las clases menos favorecidas, con medidas
tomadas siempre en la misma dirección. Un buen ejemplo de esto
podría ser el narrado en la película “Pride”, donde se relatan
las históricas huelgas de mineros durante los años ochenta, bajo su
mandato y por supuesto, ha habido otros sucesos importantes desde
esta fecha, sin ir más lejos, la reciente aprobación del bombardeo
a Siria. A pesar de todo lo expuesto y del número de casos y
conflictos, es mi opinión la de que existe una desconexión entre la
información y la opinión (y acción) pública. En ese sentido, yo
noto, a pesar de toda la experiencia democrática, una especie de
hartazgo entre la población del tipo “vote lo que vote, no van a
hacer lo que yo quiero”, análogo a lo que puede estar pasando en
España. Yo califico esta situación de “pasotismo”, ya que no
hay grandes temas encima de la mesa que se quieran tratar, es decir,
los hay pero no hay ganas de hablar de ellos.
Como bien apuntó mi colega, temas como Europa y el bombardeo a
Siria, han estado o estarán en liza y son de política exterior. En
comparación con la prensa española, vemos como en los medios de
nuestro país existe una amplia cobertura de estos temas y también
nacional (ésta en paginas interiores), siendo la calidad más o
menos discutible pero no su distribución. A mi entender, las
factores que ayudan a que esta situación ocurra son de tipo
histórico y geográfico. Reino Unido es un país que ha estado ya
cerca de mil años sin sufrir invasiones externas con éxito, la
última fue por parte de los normandos (Hastings, 1066DC) y en
adición a esto, su situación como isla separada del territorio
continental europeo en conjunción con otros datos de carácter
político como la existencia de la mancomunidad commonwealth,
organización compuesta por cincuenta y tres países con lazos
históricos con el Reino Unido, de los cuales sólo tres están en
Europa (Chipre, Malta y por supuesto, Reino Unido), hacen que este
país tenga un universo paralelo fuera de nuestro continente y esto
puede hacer que se desplace la atención mediática en otra
dirección.
Si existe, en contraposición a lo anterior, un interés desde los
medios más fuertes (ej. BBC) acerca de otros temas europeos como
Siria, habiendo incluso canales especializados en este tipo de
noticias. Sin embargo, aún habiendo tenido lugar manifestaciones
(minoritarias en Manchester) en contra del bombardeo, no he
encontrado mucha gente dispuesta a dialogar al respecto, extraño
teniendo en cuenta que podría afectar la seguridad nacional, lo que
me lleva a pensar que a no ser que exista la inquietud política de
forma individual, rara vez se dará este caso. Esta ha sido mi
experiencia personal y creo que globalmente, están más interesados
por cuestiones económicas. De esta forma, sí encuentras artículos
y noticias referentes a la economía de forma recurrente, en
plataformas como la BBC (donde tiene su propia sección) donde se
habla de inversiones, adquisiciones, ferias de empleo, la bolsa y a
la larga, creo que esta es una tendencia que se va a extender a otros
países como, por ejemplo. España.
La
política
y la economía “se tocan, de todas formas, es muy fina la línea
que la separa realmente”. Así tomó forma la discusión acerca del
peso que ambas tienen en la organización y gobierno de la mayoría
de países en los que pudieramos poner nuestro ojo. De hecho, esto
hizo recordar las palabras de otro ilustre compañero que,
respondiéndome a la afirmación de que “ya no se hace política
sino economía”, me regaló la siguiente apreciación, “hacer
economía es una forma de hacer política porque la primera se halla
englobada dentro de la segunda”, definiéndose de esta forma el
modelo económico de un país a través de este arte, lo cual nos
lleva a otro punto importante acerca de esta dualidad y este es la
legimitación. La política, en nuestros días, se emplea para
legitimar el modelo económico existente que beneficia a unos (dejad
volar vuestra imaginación) al mismo tiempo que perjudica a los
complementarios (completad la imagen anterior). En este punto,
asentimos de forma general al reconocer que “las leyes están
orientadas en el mismo sentido”.
La
división del voto en España o la ampliación del espectro de
partidos mayoritarios, según se mire, va a significar el fin del
bipartidismo patente en España en los último años. Esto significa
que habrá “más partidos que van a entrar en el Congreso, con una
participación importante”, pudiendo preveer que a la cabeza estén
PP
y PSOE
y en un segundo plano, los llamados “emergentes”, Ciudadanos
y Podemos.
Sin
embargo, aún a pesar de este bipartidismo tradicional, encontramos
ahora una polaridad (sin ser ésta mala) donde la izquierda es más
plural y la derecha más monolítica.
Ésta
última aglutina distinto tipo de electorado desde “visiones más
cercanas al liberalismo económico, sin renunciar a los derechos
civiles, hasta partidarios más extremos de ideas
pre-constitucionales, fascistas por ejemplo (“algunos nostálgicos
siguen votando falange”). Este sería un breve acercamiento al
abanico cubierto por el PP.
En
la actualidad ha aparecido un satélite del partido mencionado
anteriormente, llamado Ciudadanos.
Éste también cae en la polaridad antes descrita pero “sin estar
salpicado de la corrupción” del primero ni “vender la idea de
que hemos mejorado cuando debido a su gestión ineficaz nos han
dejado en el mismo punto donde estábamos, con un rescate bancario de
por medio”. Esto se traduce en la idea de que el PP
ya
está agotado y en ese contextosurge Ciudadanos.
En
el otro lado de la balanza, tenemos a Podemos.
Este partido parte de ex-militantes de juventudes comunistas y
partidos de izquierdas con la singularidad de que la camarilla de
dirección (Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, entre otros) le ha dado
“el viraje necesario para hacerlo un partido mayoritario, una
maquinaria electoral, por razones de ambición (de Pablo Iglesias) y
llegar al gobierno”. Dirigidos por este fin, han experimentado
varios cambios de discurso, haciéndolo difícil de entender y sin
intenciones definidas que “inducen a presuponer y no dan un mensaje
claro”. Este grupo tiene un caladero importante de votos en IU
pero también en el PSOE,
pasando éste a ser el símbolo de la izquierda tradicional con un
concepto económico conservador (”sin mucha diferencia con el PP”)
pero con una política distinta en cuanto a derechos sociales.
Podemos
encaja
con esa polaridad de la social-democracia, como la de los países
nórdicos, de una “izquierda light”.
El
bipartidismo se acaba y sólo el tiempo podrá decir los efectos que
tendrá esta tendencia. Podría ocurrir que en un futuro Ciudadanos
“fagocite” al PP
y éste pase a ser un partido minoritario o quizás ocurra lo mismo
con Podemos
y PSOE.
La dispersión podría rendir efectos no deseados sin implicar esto
que se volviera a un turnismo entre PP
y PSOE.
En el ideario común hay “una polaridad entre conservadores y
progresistas (lo que este sistema permite), habiendo otros grupos
como ecologistas (más tendentes a la izquierda) o IU,
más a la izquierda que los partidos mencionados anteriormente.
En
cuanto a los resultados de las encuestas realizadas hasta el momento,
éstas auguran una victoria por mayoría simple del PP
y una pugna por el segundo puesto, aunque parece que sería para el
PSOE
pero podría darse el caso de un margen bastante ajustado con
Ciudadanos
o Podemos.
Habrá que esperar al Domingo para ver qué ocurre pero teniendo en
cuenta los ejemplos recientes de las elecciones de otros países
cercanos como Portugal, cabría preguntarse si podría darse el
escenario en el que la izquierda en bloque pactara para gobernar.
Si
nos acercamos a las posturas de las diversas formaciones en relación
a posibles pactos, cabe destacar que Albert
Rivera,
líder de Ciudadanos,
ya ha manifestado que no apoyaría a ninguno de los partidos
mayoritarios (PP
y PSOE).
Teniendo en cuenta lo que arrojan las encuestas, esto podría
significar que “el próximo presidente del Gobierno lo podría ser
por apoyo de investidura, no de legislatura, habiendo ayudas
puntuales” y en relación al PSOE,
“con política de centro-derecha según las posiciones”, una
posible alianza podría tener lugar con Podemos
y quizás IU,
muy
minoritaria según los últimos sondeos con una horquilla de tres a
cinco escaños, con lo que Pedro Sánchez podría ser elegido,
sumando los escaños de las agrupaciones anteriores y algún otro
partido nacionalista (ej. PNV). De cualquier forma, ningún colectivo
ha querido desmarcarse y admitir públicamente el apoyo al partido de
Ferraz, temiendo que este movimiento les dejara retratados. Este
podría ser el caso del partido de Pablo Iglesias, ya que “esta
formación no quiere identificarse con esta manera (antigua) de hacer
política”, representada por el PSOE
y
ha puesto enfasis en presentarse como una alternativa a este
proceder. Lo contrario sería asimilado como una decepción por parte
de su electorado, al acabar poniendo en el poder a un partido nuevo
pero con prácticas de uno viejo.
Esto hace que el ejemplo provisto anteriormente de nuestro país
vecino sea difícilmente aplicable a la coyuntura española y el
peligro de todo lo expuesto anteriormente sería una legislatura
inestable. Existirían grandes problemas para aprobar medidas
parlamentarias, al no haber una mayoría.
Hablando
de lo que el electorado espera de las nuevas asociaciones políticas
y en particular, de Podemos,
es opinión de mi contertulio (en la que yo firmo debajo) e
interesante recalcar que el sentir general de la calle está más
orientado hacia el cambio. La gente, en general, busca una mejora en
las condiciones en su día a día, que le dejen respirar un poco (“o
incluso comer, en los casos más drásticos”), en definitiva el
poder ganarse la vida de forma honrada, con un trabajo y un sueldo
que les proporcione una existencia digna ya que en la actualidad,
incluso con un empleo se puede estar en riesgo de pobreza y no se
tiene capacidad alguna de reacción o planificación ante
imprevistos. De esta forma, se vive con una amenaza constante y es
difícil hacerlo con alegría. Esta parte de la población que
demanda un cambio supone ya un porcentaje significativo de la
sociedad española, no obstante según los últimos estudios de
Cáritas más de diez millones de españoles viven en riesgo de
exclusión social.
En
mi opinión, todos estos factores delimitan una situación que acaba
calando en el espíritu del país y hace que éste torne hacia la
depresión y el enfado debido a que los habitantes pueden llegar a
sentir desesperanza y desencanto con las instituciones y sus
gobernantes, amén de aumentar el número de indecisos, no
forzosamente debido a las diferentes opciones políticas existentes
sino también a la búsqueda de otras posibilidades que abran una
nueva vía de esperanza. En este sentido, la población se podría
encontrar en una disyuntiva del tipo “”y ¿a cuál voto?”, es
decir, “de todo lo que hay cuál es aquel que creo que me puede
ayudar”. Llegado a este punto, Calvo aportó un dato muy
esclarecedor al informarme del porcentaje del voto no decidido aún,
situándose éste en torno al cuarenta por ciento del electorado.
Esto supone, como él muy bien explicó, que es estadísticamente
posible que si todos los indecisos votaran, podría cambiar el signo
de las encuestas realizadas hasta ahora, debatiéndose la población
entre la idea de no votar a PP
ni PSOE
(por
ser las formas de gobierno tradicionales) ni terminar de decidirse
entre Ciudadanos
y Podemos,
por no convencerles sus posiciones.
Entre otras medidas aconsejadas desde el partido mencionado
anteriormente, se ha expresado ya el deseo de abrir un debate
constitucionalista, “sin especificar en qué dirección” y
también el desacuerdo con la figura de la monarquía.
Por último y en un ejercicio de absoluto respeto a la literalidad
de sus palabras, me gustaría trascribir la última intervención de
mi compañero porque creo que realiza una metáfora bastante precisa
del cariz electoralista de nuestro sistema. Estas fueron sus
palabras: “las campañas electorales ya no son para movilizar el voto, son
más de cara a la galería, más para simpatizantes y en un ambiente
más festivo. Es como una campaña publicitaria para gente que ya
sabes que va a comprar el producto. Ya se sabe a lo que va cada uno y
la gente ha decidido el voto hace meses y hay gente que duda, yo he
hablado con alguno, entre dos y esos son los que van a decidir el
resultado, haciendo la balanza ir hacia un lado u otro, según ellos
digan”.
Muchas gracias a mi contertulio por brindarme la posibilidad de
hacer este artículo porque sin su ayuda, mi resistencia a la acción
me lo habría hecho imposible de redactar.
Muchos abrazos, Calvo.
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