¿POR QUÉ NOS QUIEREN?
¿POR QUÉ NOS QUIEREN?
Debo decir que se me ocurrió este post hace algún tiempo, sobre todo, por haber revisitado épocas anteriores de mi vida (por lo escrito) y también por lo que he leído del libro de una escritora que conocí a través de facebook, Ana Isabel Almarcha. Ni que decir tiene que los cumpleaños de amigos también han ayudado a esto.
Es bastante curioso porque lo que había visto hasta ahora en términos de poesía eran versos sueltos de Benedetti o Antonio Machado y otros poemas en particular de Goytisolo (Palabras para Julia) o Miguel Hernández pero debo reconocer que esta obra, NuevAlma, me ha despertado. Estaba dormido, reposada el alma en algún sitio donde no fuese necesario revisitarla, mas bien adormilado por los turnos en los que me muevo últimamente y había perdido la conciencia de la razón, la capacidad de distinguir la voluntad que nos mueve, con lo que estaba perdido. Cuando lo que haces proviene exactamente de tu epicentro, hay algo que queda expuesto y cualquier persona con un mínimo de sensibilidad puede detectar la autenticidad y lo genuino de lo expulsado. Esto me hizo darme cuenta después del significado diario y cotidiano de la pasión, la excitación y la necesidad de incluirla en nuestra dieta (y cuantas más veces mejor). No soy yo una persona que se contente con lo existente, que se conforme con lo que ocurre y sinceramente, eso mismo es lo que hace que escriba estas líneas pero también es el culpable de mi manía galopante de no estar nunca en el momento. Este hecho me llevó (dejando volar mi imaginación/látigo mental y siguiendo el camino marcado) a plantearme esa pregunta capital que alguna vez nos hemos hecho: ¿por qué nos quieren?.
Puede parecer una tontería pero no lo es. En realidad, es una cuestión capital y no sólo por la cualidad de distinguir a quien nos quiere. No es eso. El fondo de la cuestión se dirige al ultimo resquicio donde no existe el amor propio dentro de nosotros, eso que hay que desterrar. Aun recuerdo aquel dia en el que me dieron la noticia. Me quede estupefacto. Estaba en la plaza Jacinto Benavente de Madrid junto a una heladería que hace esquina (si teneis oportunidad pasaos por allí) y un amigo me dijo que él y su (ahora) esposa me querían. Se refería al amor de una amistad pero aún así....me sorprendió, no me lo esperaba y es uno de los momentos que se me han quedado grabados sobre todo por el fondo "real" de la observación. Fue como una especie de reconocimiento, el namasté de los hindúes. Era tal mi falta de confianza, mi gusto por huir de lo bueno y lo beneficioso que no podía acreditar este tipo de pensamientos. De repente, todas las frases, las conversaciones que había mantenido con esta persona cobraron sentido. Me quería y además desde hacía mucho tiempo. Entonces, llevado por la locura o mejor dicho, por lo intrépido de la fascinación (porque hay que tener valor para ir al pasado) comencé a echar mi memoria hacia atrás, concretamente, a pescar todos los momentos en lo que me dijeron "te quiero" o en su defecto, lo dieron a entender. Y resulta que los que me conocen... me quieren mucho. Incluso después de haber fallado a amigos, a mi hermana, a mis padres, a todo el mundo en general en algún momento de mi vida; tras no haber sido nada de lo que los demás esperaban, no haber conseguido nada más alto que lo que se presuponía, habiendo defraudado, mentido, ignorado (por soberbia o por incompetencia mental) y en definitiva, abandonado en distintas situaciones. En este orden de cosas, hay gente que me quiere. Si tuviera que aplicar un método hipotético-deductivo a esta circunstancia, emplearía mi favorito (y el de muchos otros con gran sentido del humor) que es la reducción al absurdo. Si no me quieren por mi dinero (no tengo), por mi constancia (en estado precario) ni por mi infalibilidad como amigo (bastante dudosa), entonces sólo queda una posibilidad....me quieren por lo que soy. Y a todo esto...¿quién soy?.
He de decir en mi defensa que soy una persona distinta a la que mucha gente conoció, como bien le dije a un amigo hace mucho tiempo. Hay quien me ha conocido cuando había pasado mi época furiosa y también los que me vieron atravesarla. He comprobado la inutilidad de una vida sin amor (y sin sexo), he entendido que lo único que poseemos en esta vida es a nosotros mismos y tan sólo la proximidad, la complicidad y todas las experiencias que podamos compartir con nuestros "queridos" son aquellas cosas que realmente merecen la pena para mí pues a veces ganas y otras pierdes, no siendo necesariamente esto como se había planeado. Es completamente cierto que no soy lo que era pero algo de mi ha sobrevivido a lo largo de todo este tiempo o si no yo y la gente que conozco habría dejado de llamarme Andres.
La respuesta a la pregunta de arriba es que no hay respuesta. Simplemente lo hacen. Según la química, tiene que ver con algo que desprendemos (las feromonas, etc). Hay muchas cosas que no comprendemos y tampoco hace falta ponerle nombres a todas. No soy amigo de las etiquetas, no creo en ellas. En mi opinión, el carácter arbitrario del querer tiene sentido: el péndulo de la atracción sigue moviéndose de forma indiscriminada y no se le puede poner puertas pero lo que sí podemos accionar es nuestro amor por nosotros mismos. Amén.
Momentos musicales:
El necio (Silvio Rodríguez)
Y el amor (Joan Manuel Serrat)
Por el interés te quiero Andres (Los nikis)
El látigo mental (Johnny Cash)
Puede parecer una tontería pero no lo es. En realidad, es una cuestión capital y no sólo por la cualidad de distinguir a quien nos quiere. No es eso. El fondo de la cuestión se dirige al ultimo resquicio donde no existe el amor propio dentro de nosotros, eso que hay que desterrar. Aun recuerdo aquel dia en el que me dieron la noticia. Me quede estupefacto. Estaba en la plaza Jacinto Benavente de Madrid junto a una heladería que hace esquina (si teneis oportunidad pasaos por allí) y un amigo me dijo que él y su (ahora) esposa me querían. Se refería al amor de una amistad pero aún así....me sorprendió, no me lo esperaba y es uno de los momentos que se me han quedado grabados sobre todo por el fondo "real" de la observación. Fue como una especie de reconocimiento, el namasté de los hindúes. Era tal mi falta de confianza, mi gusto por huir de lo bueno y lo beneficioso que no podía acreditar este tipo de pensamientos. De repente, todas las frases, las conversaciones que había mantenido con esta persona cobraron sentido. Me quería y además desde hacía mucho tiempo. Entonces, llevado por la locura o mejor dicho, por lo intrépido de la fascinación (porque hay que tener valor para ir al pasado) comencé a echar mi memoria hacia atrás, concretamente, a pescar todos los momentos en lo que me dijeron "te quiero" o en su defecto, lo dieron a entender. Y resulta que los que me conocen... me quieren mucho. Incluso después de haber fallado a amigos, a mi hermana, a mis padres, a todo el mundo en general en algún momento de mi vida; tras no haber sido nada de lo que los demás esperaban, no haber conseguido nada más alto que lo que se presuponía, habiendo defraudado, mentido, ignorado (por soberbia o por incompetencia mental) y en definitiva, abandonado en distintas situaciones. En este orden de cosas, hay gente que me quiere. Si tuviera que aplicar un método hipotético-deductivo a esta circunstancia, emplearía mi favorito (y el de muchos otros con gran sentido del humor) que es la reducción al absurdo. Si no me quieren por mi dinero (no tengo), por mi constancia (en estado precario) ni por mi infalibilidad como amigo (bastante dudosa), entonces sólo queda una posibilidad....me quieren por lo que soy. Y a todo esto...¿quién soy?.
He de decir en mi defensa que soy una persona distinta a la que mucha gente conoció, como bien le dije a un amigo hace mucho tiempo. Hay quien me ha conocido cuando había pasado mi época furiosa y también los que me vieron atravesarla. He comprobado la inutilidad de una vida sin amor (y sin sexo), he entendido que lo único que poseemos en esta vida es a nosotros mismos y tan sólo la proximidad, la complicidad y todas las experiencias que podamos compartir con nuestros "queridos" son aquellas cosas que realmente merecen la pena para mí pues a veces ganas y otras pierdes, no siendo necesariamente esto como se había planeado. Es completamente cierto que no soy lo que era pero algo de mi ha sobrevivido a lo largo de todo este tiempo o si no yo y la gente que conozco habría dejado de llamarme Andres.
La respuesta a la pregunta de arriba es que no hay respuesta. Simplemente lo hacen. Según la química, tiene que ver con algo que desprendemos (las feromonas, etc). Hay muchas cosas que no comprendemos y tampoco hace falta ponerle nombres a todas. No soy amigo de las etiquetas, no creo en ellas. En mi opinión, el carácter arbitrario del querer tiene sentido: el péndulo de la atracción sigue moviéndose de forma indiscriminada y no se le puede poner puertas pero lo que sí podemos accionar es nuestro amor por nosotros mismos. Amén.
Momentos musicales:
El necio (Silvio Rodríguez)
Y el amor (Joan Manuel Serrat)
Por el interés te quiero Andres (Los nikis)
El látigo mental (Johnny Cash)
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