Memoria de un sueño - Capitulo 9 - No todas las tristezas son malas

 


Despierto. 

 

Miro el reloj. No hay un alma en las calles. Llueve. Tan solo los mirabeles se mueven a esta hora en Metz, con sus frutos rodantes escondidos bajo coches o en los charcos de Republique, donde palomas de un color tan serio como el del cielo, los devoran.

 

Tras el sueño donde mi mundo daba vueltas, me despierto para comprobar que, en realidad, nada gira. La foto con mi padre, en la que me sostiene, se movía por la cúpula, arriba y abajo, sin posibilidad de agarrarladesenfocada. Por unos instantes, el efecto de la velocidad me convenció de que solo quedaba yo. Papá se iba. Como él diría, su historia terminó.

 

Hace tiempo que no le visito. Está en cimitière de L´Est. Ni a él y ni al abuelo, en Chambière. Si aparezco en uno, no puedo eludir al otro. 

 

Me imagino a mi padre, Antoine, con su barba de cinco días, semblante como si le debieran dinero y su bigote de espesura controlada al milímetro. Deja cartera y reloj en el aparador de la entrada y me dice, “¿Fuiste a Chambière? No descansará hasta que no vayas”.


Memoria de un sueño

Andrés Gallego


Momentos musicales:

Crímenes perfectos - Andrés Calamaro - https://www.youtube.com/watch?v=P01hVBLP0_g

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