Peleando a la contra (y 2)
PELEANDO A LA CONTRA (SEGUNDA PARTE)
Acabo de terminarme el primer café cargadito de la noche (y espero que sea el último). Ayer estaba leyendo en internet, en uno de esos respiros que te da este trabajo, dos artículos bastante interesantes (dentro de lo que a mí me parece) que hablaban de Romasanta (Manuel o Manuela, depende de la fuente) y otro acerca de los íncubos, por supuesto ambos dos de Wikipedia.
El primero hablaba de este célebre personaje y digo esta palabra porque la vida de este hombre (o mujer) trascendió mas alla de lo que es una simple historia. No en vano, sigue siendo el único caso diagnosticado de licantropía clínica en España y debo decir que la vida de esta persona fue cualquier cosa menos normal, implicado en crímenes, desarrollando trabajos tradicionalmente femeninos, no estando muy claro su sexo, medía menos de 140 cms. y fue un exponente de la famosa figura del "sacamantecas". Os aconsejo que os leáis el artículo, si no encontráis lo de arriba demasiado pa' vuestro estomago y adicionalmente os aconsejo que le echéis un vistazo a una de las ramificaciones de este texto, El bosque de Ancines (1947) de Carlos Martinez-Barbeito y su versión cinematografica, El bosque del lobo de Pedro Olea, uno de los primeros papeles reconocidos de Jose Luis López Vázquez.
El segundo trata de una figura que no tiene absolutamente nada que ver con la del párrafo anterior, de hecho, esta es imaginaria (espero) del ideario común y de la mitología popular. Tiene múltiples nombres (parafraseando a Leonardo Dantes) dependiendo del país pero de forma general, hace más o menos lo mismo, se encarga de asaltar y seducir a mujeres siendo el causante de numerosos embarazos no esperados. Este personaje vino a mí porque estoy otra vez en uno de esos ciclos de películas de terror que a mí me entran en el que me quiero cagar pata abajo y me dedico a ver todo aquello que tenga buenas críticas y buenos sustos. La última que me puse a ver es la de La maldición (The grudge), aunque la idea acerca del espíritu del que hablo al principio es del film El ente (1982) en el que una mujer es asaltada por uno de estos íncubos y al parecer está basado en hechos reales, o sea, que mejor no plantearse mucho lo que describe porque si no más de uno (servidor el primero) sería incapaz de dormir.
Estos dos recuerdos me hacen pensar que quizá esta forma nueva de dormir y de vivir en la que no tengo muy claro el día en el que vivo (sin que esto sea malo) tenga un poco de ambos. Al estar más cansao, el "animal", el cerebro primitivo le está echando leña a la hoguera y por las noches, entre ciclo y ciclo de sueño profundo casi despierto de puro desvelado, lo que me hace pensar que quizás alguno de estos duendes juega con mi duermevela. En este estado, desfilo por los mensajes que mis colegas (y mi queridísima y sufridora Vera) me dejan en el móvil y frases se me quedan como un post-it mental, esas que te dejan preguntándote algo que antes no estaba ahí.
Y la que se me quedó grabada ayer, fue aquella de "una mierda para el que diga que el trabajo dignifica". Entiendo perfectamente lo que se esconde detrás de esto y estoy de acuerdo pero mi parte pedante se rebela ante un hecho, un matiz que puede que sólo exista en mi cabeza. Hace poco le acabé reconociendo (muy a mi pesar) a mi psicologo que me gusta trabajar y es cierto, lo juro, sin embargo mi concepto de lo que es un trabajo es distinto del de mi colega. Para mí, un trabajo es un esfuerzo continuado, aquel del que hablaba en el post anterior, con la salvedad de ser en la dirección que uno pretende o le gusta y además acerca de un tema que le llame la atención o le apasione (a partes iguales). La cuestión es que es aquello de lo que se puede sacar satisfacción. En ese sentido, creo que a lo que mi amigo se refería era un "empleo". Yo estoy en contra de los empleos, en mi opinión acaban convirtiéndose en una alienación. Acabamos aceptando la presencia de las arañas como decía Manolo García y terminamos por no plantearnos en qué dirección va nuestra vida porque como de todas formas no tenemos mucha capacidad de maniobra, lo que nos ocurre es el mal menor. Éstas y otras croquetas mentales se derivan del hecho de haber fundamentado una sociedad en la capacidad para llevar a cabo un empleo más que realizar un trabajo.
No es de extrañar que el ciudadano medio ande cabreao o indignao con el tiempo que le toca vivir: no cree a sus representantes (políticos), no cree a su jefe (la estructura del trabajo), no cree en lo que dice la televisión (lo que le enseñan) y por no creer, no cree ni en Dios.
Momentos musicales:
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